jueves, diciembre 29, 2005

Necio, fracasado y perdedor...

Un lapiz frente a mi y nada para escribir, todo lo que puedo hacer es un tachón sobre lo que ya tenía... Y eso me duele, me duele el Mundo y la vida. Me cansé de la gente, de las despedidas, de mis faltas de respeto conmigo mismo... Sólo me he defraudado en los últimos 6 años. Perdí lo que era y lo cambié por algo que me desagrada. Me han llenado de frases insulsas de apoyo y cariño... Nunca lo pedí, nunca lo quise, nunca me llena ni me hace sentir querido.

Las palabras son vacías, quieren ser, como yo, algo que nunca van a ser, algo que nunca fueron. Las palabras son basura y con eso quiero terminar este post y así, destrozar todos los anteriores.

Nunca nadie me entendió, y no pretendo que lo haga, no me interesa si me entienden o no, pero me molesta sobremanera que me aconsejen cuando no me entienden. Hacer de mis dichos partes de los suyos es una pérdida de tiempo, una necedad y está destinado a fracasar, porque desemantizan toda la cuestión.

Nunca he dicho nada. Las palabras son basura.

miércoles, diciembre 21, 2005

El día más largo del año

21 de Diciembre... Sólo a 3 días de Noche buena... Y no tengo ganas de nada. Siento que llevo a los 4 jinetes del apocalipsis en el estómago... No porque esté descompuesto literalmente, pero estoy sumamente descolocado por adentro. Estoy harto del mundo, de las cosas que vivo, de la gente, de las montañas de mierda y falsedades, de las que soy parte, de las que suelo ser artífice.

Las cosas que me sustentan son cosas de las que hablo mal todo el día, no lo puedo evitar. Hay quienes me instan a cambiar, y yo debería hacerlo, debería cambiar. Pero cambiar me va a hacer perder por lo poco que me gusta vivir, aunque sé que eso es algo que detesto... Estoy enfermo, lo sé. Estoy con un pié en la caldera y otro en el ataúd. Todo por aferrarme por demasiado tiempo al error de haberme convertido en algo que es sólo eso: Un error.

Hay momentos en los que pienso que un error que me haya hecho sentir tan bien no puede estar mal. Tal vez es sólo una etapa que debería conducir derecho hacia una pared y estrellarla sin mayores remordimientos. Pero la culpa es tal... No soporto defraudar a nadie, aunque siempre lo haga, y si no defraudo a nadie, me defraudo a mi mismo y eso me resulta imperdonable... A veces quisiera pegarle una patada al tablero, y en la confusión escapar. Irme a un lugar vacío, sin gente, sin obligaciones, donde sólo esté yo... Aunque siempre he sido mi peor compañía... No me dejen solo conmigo...

jueves, diciembre 15, 2005

Son de esas cosas...

Acá un post que es de esas cosas.

A uno le parecen difíciles las materias hasta que las aprueba... Ahí no dejan de ser difíciles, pero uno se olvida.

Los padres de uno siempre suelen ser menos copados y más chotos, además de locos o avergonzantes que los padres ajenos, hasta que nos percatamos de que a los demás nuestros padres les parecen copados, menos chotos y mucho más sensatos que los de ellos... Pero es obvio que hay padres malcopados, chotos, desquiciados y avergonzantes, a esos todos los reconocemos de toque.

Las monedas se gastan igual de rápido que los billetes. Uno cree que no es así, pero se olvida que las monedas son fracciones del billete, por lo tanto, es directamente proporcional la forma en la que se gastan.

A las mujeres no les importa el tamaño, siempre y cuando no sea muy chico o en extremo grande... Entonces si les importa!

Si han visto esos programas de "makeovers" seguro se dan cuenta de que lo que les hacen es comprarles ropa que (quienes están siendo remodelados) nunca se pondrían... Que malo.

Lo gay no es contagioso, pero se vuelve moda.

Los que se quejan de que uno se pone ropa "cheta" y deja de ser "lo que era" son unos chotos, tanto como los que se quejan porque uno deja de ponerse un pantalón "John L. Cook" y se compra unos Fullback en Poko$ Pe$o$.

Los heavys, a pesar de verse tan malosos (lo mismo que los góticos, trashers, etc. etc. etc.) son lo mismo que los demás, y quieren para sus niños lo mismo que quieren los padres más mondiolas.

jueves, diciembre 08, 2005

Confesiones de alguien sin secretos.

Soy sólo lo que soy, muy a pesar de lo que querría ser. Obviamente no soy lo que quiero ser, aunque me he estado sintiendo más de lo que pensé que me iba a sentir. Pero llegan momentos en los que me siento totalmente excluido del sentido del mundo, del probable sentido que pueda tener todo esto.

Pocas veces me he sentido más vacuo y alejado de toda sensatez. Sólo me lleva la inercia, aunque la persona ría y disfrute, si no hay sentido en la persona... ¿Para qué? ¿Para qué vivir así?

Seguramente están pensando que el preguntarse "Para qué?" es una necedad. Y probablemente lo es, pero ¿qué me queda? Sigo pensando que sólo me puedo dejar morir. Destino inevitable para todos nosotros, pero largamente evadido e ignorado y mucho más despreciado como innecesario y como injusto. Nunca más equivocados. Pero lo inevitable debería ser tratado como tal y no buscado, por lo tanto, esto no es un post suicida de los que ya conozco. Esto es sólo una "carta" abierta a quien me pueda leer. Pero no busco respuestas alentadoras ni nada parecido, sólo quiero que lo lean y piensen.

Acá, de este lado del monitor, quien escribe, yo, me he percatado de mi nulidad como persona. Los que deberían entender lo absurdo de ésto y del resto, son ustedes. Algunos en mayor otros en menor medida, pero todos son (somos) una burla para lo que pensamos queremos ser.
Yo (obviamente) no soy ningún iluminado, no estoy ofreciendo verdades ni tengo verdad alguna. Sólo digo esto, que es lo que me queda. Es poco y lo sé, pero lo quiero compartir con todos los que alguna vez entran por acá.

Para los que han tenido la oportunidad de "conocerme" acá va el último jirón de lo que soy, de lo que por lo menos creía que era. No soy nada de lo que ustedes creen que soy, nada de lo que aparento ser, nadie especial, nada en particular. Todos los que creen (o creían) conocerme van a tener que aceptar esta última sentencia que estoy profiriendo contra lo que estaba dicho y presupuesto. No hay nada acá. No soy inteligente, ni capáz, ni bien letrado, ni tengo facha, ni habilidad para nada. Soy sólo un punto gris entre 2 rectas paralelas. Un punto que evade toda posible inspección. Simplemente porque lo que no es acá o allá, no es. No soy.

Perdón por haberles hecho creer que era algo. Sólo fue un desliz que prometo no volver a cometer, aunque los que me conocen, al saber que no es así, verán que poco vale esa promesa, al igual que el resto de lo que está acá escrito. Todo lo que he dicho, junto con lo que he hecho vale lo mismo que esas monedas asquerosas de los australes. Basura y nada más.

El hueco que tengo en el pecho es para que lo llenen con su basura.

viernes, diciembre 02, 2005

La vuelta.

Irse es de lo mejor, porque la vuelta es siempre un placer bizarro que nos transporta de vuelta al lugar de donde queríamos escapar. Castigado y cansado vuelvo a mi casa, con la sonrisa más grande en meses, la alegría más grande en años y la satisfacción de saber que estoy haciendo las cosas, mal o bien, pero las estoy haciendo y eso es más de lo que tenía en mente.

Estoy sucio, con muchísimo sueño y soñé con albahacas. Cosas raras sin sentido aparente, pero desde cerca nada tiene mucho sentido. Hay que tomar distancia y hacer abstracción de lo que vemos, para así poder verlo en su entorno y contexto.

Lo bueno de volver es que me encuentro con el mundo, tal como lo conocía, pero transformado en un simil que no es. El tiempo pasa y el mundo cambia, el mundo gira y el tonto mira. Las cosas que había dejado pendientes todavía penden y, a pesar de todo, como el resto del universo, se expanden hasta explotar.
Generalmente es bueno explotar de vez en cuando, cuando una vez descubrimos que no hay más de lo que hay. Pero no por eso volverse ahorrativo y/o mezquino. Lo que hay es tanto más de lo que podemos obtener y tanto menos de lo que queremos compartir.

Cuando venía el colectivo hoy a las 4 de la mañana, sin más fuerza en mi voluntad que la que necesito para mover un brazo y decir "Hey, acá, yo me tengo que volver", me subí como pasajero turista y me convertí en dueño de casa. La tierra en mi cara, en mi pelo y en mi boca sólo me confina a mi casa. Mi hogar es mi prisión y mi castillo. Nunca he estado tan cómodamente convicto.

La vuelta es una satisfacción obligatoria, porque de no serlo seríamos nómades y la vida itinerante nos subyuga de un modo espantoso e inclemente.

Volví.