...Y ver el amanecer.

Ya es la madrugada y es tan parecido a lo que querría que fuera una madrugada. Salvo por mi sobra de sueño...

La porcelana de tu piel, la gran orbe de tus ojos en la que me veo reflejado y en ese reflejo está el reflejo tuyo y así hasta el infinito. Y callar, mirarte y saber que no hay nada que pueda decir que exprese lo que quiero que sepas, sólo besarte y abrazarte y regocijarme con tu saliva y el perfume de tu pelo. Y ver que cada párpado te pesa, que cada movimiento se ralentiza para convertirse en un movimiento continuo y perpetuo.
Y tu lengua, tan dulce y tan atrevida. Y tu cuello, tan incitador y tan gentil... Tus manos tan tiernas, con los nudillos para adentro...

Y todo es tan sencillo y tan complicado, tan sincero y oculto...
A veces pareciera que sólo nos gusta complicarnos, jugar con fuego, nadar contra la corriente...

Y ver el amanecer, sentir el sol en la cara después de esperar que el mundo complete un giro... Y eso es un giro interesante... Porque, por mucho que yo lo deseara, nunca me lo vi venir... Y no tengo idea de qué cosas vienen, por eso es que quiero seguir en esta sintonía.

Nada me impide quererte y desearte y esperar que anochezca a tu lado... Y ver el amanecer.