No soy ningún Bindúndi.

Y es una negación verdadera... No soy ningún boludo (por lo menos no voy a volver a serlo).

Me cansé de estar manejado por emociones pasajeras y por pasajeras del globo. Me dejé manejar demasiadas veces, me hice sentir como un servicio más que un privilegio y soy un privilegio. Soy una persona buena y me merezco todo lo bueno del universo y no me canso de repetírmelo.
Me harté de funcionar al arbítrio de necios y miopes. No es el sombrero lo que me da seguridad, no es el clonazepam ni el anafranil. No me pongo en corajudo cuando escribo en el blog y después me revuelco en mi miseria. A la mierda con eso. Soy tanto más valioso que ninguna de las cosas que me han puesto mal. Y no me importa. No me importa más el "que dirán". No me interesan las especulaciones, propias o ajenas. No me voy a obligar para con los demás. No soy una persona detestable, soy bueno por naturaleza y quién no lo sepa apreciar, se puede in un poquito a la mierda.
No necesito la aprobación de nadie para ser quien quiero ser. Y no estoy usando a Ricky Espinoza como leit motive. Soy yo en mi mejor momento. Lástima que no lo puedan apreciar.

Desde el fondo del pozo, con un arma en la mano y la disposición mental de no tener nunca más una disposición, ni una mente. Me revelo contra mi mísmo. Yo era mi prisión y mi prisionero. Era mi remedio y mi efecto secundario. Era tanto el daño como la reparación. Ya no. Ahora me importa muy poco lo que me hizo mal. Quiero que se escuche en todo el planeta mi rugir. Mi confianza, mi seguridad, ahora son mías. Basta de ser un espectador de una historia triste y con final gris. Soy tanto más. Ahora lo veo, y lo siento. Me reivindico conmigo mísmo por primera vez en mi vida. No necesito a nadie más. Soy yo con todos, no contra todos.
Este todo que me resultaba ajeno y dañino, hoy es mi territorio y me conforta.

Live fast, die young.
Die beautyfull, live young.

Live.
Die.
Die.
Live.