domingo, enero 09, 2005

Repercusiones.

En los últimos días (3 más o menos) me han tildado de arrogante, víctima, bardero, violento, sabio, amoroso, atento, lindo, desinteresado, amigo, lavador de cerebros... Creo que nadie me conoce realmente. O en realidad, tal vez soy yo quien no me conozco... Me voy a ver en el espejo un rato a ver que pasa... Me pesa no poder entender lo que me rodea.

La necesidad de hablar y de rodearme de gente me lleva por caminos, tanto tumultuosos como poco recomendables... Yo quiero divertirme, pero siempre sanamente y en familia (aunque lo de la familia traiga problemas a posteriori). Me quiero hacer notar, pero siempre con un perfil bajo. Yo quiero que me vean, pero que mi presencia no perturbe la situación...

Me parece altamente recomendable que no se crean nada de lo que digo. Yo hablo mucho, hablo en serio, pero no por eso vamos a creernos todo. Las palabras vienen y van. Nadie recalca mis comentarios como algo lo suficientemente valioso como para prestarles la debida atención, pero tampoco los dejan de lado. Hay gente que toma lo que yo digo, como una verdad, una sentencia positiva (por muy negativas que suenen algunas de mis sentencias) y lo que yo quiero decir con todo lo que digo, es muy sencillo, y lo paso a aclarar en una frase un poco más reveladora:

-No crean tanto en las cosas. Las "verdades" son percepciones, pero como advirtió Descartes: Las percepciones nos engañan.

El mundo que nos rodea, el mundo que percibimos se empeña, día tras día, en engañarnos. O no, y todo lo que he dicho antes es pura mentira.

Yo no miento, o por lo menos trato de no hacerlo más. Pero esto no quiere decir que mi verdad sea "La Verdad" (si es que tal cosa existe per se).

Creer en algo lo suficiente como para que condicione nuestra vida es una necedad y una necesidad.

No quiero lastimar ni maltratar a nadie, y mucho menos con mis palabras. Pero queda a su criterio la forma de encarar mis textos.